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¿ESTÁS ABIERTO A LA RETROALIMENTACION?
Scott D. Miller. 20/07/2022.
(Traducción no autorizada de Mario Pacheco).
Ocho años atrás, yo estaba en Calgary, Alberta, Canadá, escuchando al psicólogo Wolfgang Lutz
hablar de su investigación acerca del uso de la retroalimentación en terapia. Otras personas,
incluyéndome a mí, ya habíamos presentado datos que documentaban los beneficios del
tratamiento informado por la retroalimentación (FIT), incluyendo la disminución de la tasa de
abandono y la mejoría en los resultados. El Dr. Lutz estuvo de acuerdo con esos hallazgos, pero su
interés estaba colocado en otro lado.
En esa época, al igual que en la actualidad, los estudios del FIT estaban limitados a comparar
grupos de clínicos. En forma típica, las puntuaciones medias eran asignadas a la condición
retroalimentación (por ejemplo, mediciones de enganche y progreso), y otras al “tratamiento
usual” (tratamiento acostumbrado).
Hasta aquí todo bien. Excepto que esos diseños, si bien son útiles para documentar un efecto
general, no nos dicen nada sobre por qué funciona una intervención o el impacto de las personas
involucradas. Y había motivos para preocuparse —en general, los resultados de los estudios sobre
la retroalimentación han sido muy variados— desde efecto cero hasta efectos absolutamente
alucinantes.
¿La razón? Aparentemente, al igual que nuestros clientes, a nosotros, los profesionales de ayuda,
nos cuesta cambiar nuestros pensamientos y nuestros comportamientos —incluso cuando los
datos indican que lo que estamos pensando o cómo estamos actuando no es de ayuda, e ¡incluso
hace que las cosas empeoren! El Dr. Lutz suministró la evidencia. En su estudio, cuando la
retroalimentación mostraba que el individuo estaba deteriorándose en el tratamiento, los
terapeutas respaldaban:
1) Conversar acerca de esto con los consultantes, menos del 60% de las veces.
2) Ajustar su enfoque terapéutico o ayudarse con recursos, menos del 30% de las veces.
3) Trabajar para mejorar la relación terapéutica, menos del 10% de las veces.
4) Buscar recursos adicionales (por ejemplo, supervisión, revisión de la literatura, educación
continua), apenas el 5% de las veces.
Parece que muchos de nosotros no somos persuadidos por… ¡la evidencia!
(Sí, ya lo sé, no es usted ni yo, ¡son los otros! ¿Qué funciona mal en ellos?)
Estaba recordando muy en serio los resultados del Dr. Lutz, cuando encontré un estudio descrito
en una publicación reciente en Facebook del Profesor Jay Van Bavel de la Universidad de Nueva
York. Las buenas noticias, de acuerdo con esta investigación, las personas son capaces de
actualizar sus creencias bajo la luz de evidencia nueva. Además, cuando esto se realiza, sirve con
frecuencia para mejorar el desempeño.
¿Las malas noticias?
Mientras más entra en conflicto el cambio con nuestra “identidad” —nuestro yo o nuestros
valores centrales— es mayor la tendencia a devaluarlo en lugar de acomodarse a la nueva
evidencia, dejándonos en el “estatus quo” donde estábamos antes. Por ejemplo, un consultante
llama por teléfono para cambiar una cita indicando un conflicto con otra obligación (por ejemplo,
el trabajo, el cuidado de los niños). Aquí no hay un conflicto con nuestra identidad como un
profesional de la salud mental, compasivo y comprensivo. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando su
retroalimentación en la medición de la relación terapéutica (por ejemplo, la SRS, Escala de
puntuación de la sesión) indica que sus consultantes lo encuentran menos comprensivo y
empático de lo que usted se considera? ES MUCHO MAS DESAFIANTE. En primer lugar, tomamos
nuestro libro de citas, y anotamos &$%&% DSM en el recuadro del consultante que cambió su cita.
El Dr. Van Bavel ha estado investigando durante años el conflicto entre la evidencia y la identidad,
y ha documentado las consecuencias amenazantes para la vida que pueden resultar cuando la
identidad domina a la evidencia. En su nuevo libro, The Power of US, no sólo escribe acerca de este
problema, sino que ofrece soluciones basadas en la evidencia. Creo que este trabajo es vital para
los profesionales de la salud mental.
Hasta pronto.
Scott
Scott D. Miller, Ph.D.
Director, International Center for Clinical Excellence